Dirección y guion: Jaime Rosales
Reparto: Anna Castillo, Oriol Pla, Quim Ávila...
Hispano-francesa, 2022, 10 minutos
Rosales vuelve por sus fueros y por su manera de filmar, con planos esquinados y lejanos, una fotografía exquisita a cargo de Hélenè Louvart, un manejo diabólico de las elipsis, -un elemento fundamental del cine-, junto a una narrativa muy particular en la que suele entrar en las historias a través. Afortunadamente sin la Polivisión, una mamarrachada que solo exhibió en La Soledad.
Una joven de veintipocos cargada con dos churumbeles va cambiando de pareja -de peor a mejor-, mientras vuelve a ser madre, pelea con un destino rabón, contempla el mar y su móvil, sufre algún ataque de ansiedad y se escucha de fondo el disco de Triana y otras músicas que conforman una banda sonora sobresaliente sobre un mar azul celeste.
Estupendos títulos de crédito y de cierre que no hay que perderse a cargo de Manuel Estrada, uno de los mejores diseñadores de este país, proveniente del mundo del libro.
El director, siempre al borde del fiasco, del que sale casi siempre triunfante, en Sueño y silencio está apunto de precipitarse por el abismo, vuelve a sorprendernos con sus historias mínimas, el punto de fuga de sus personajes que suele ser hacia la nada, su manera de mirar y su costumbrismo descarnado.
Por lo menos no tan casposo y chirriante como el de la mayoría del cine patrio del Almodóvar y su trouppe de actorcillos descacharrantes, que tan callados se muestran ahora sobre esta guerra posmoderna que apoyan con su estrepitoso silencio.
alfonso