martes, 17 de noviembre de 2020

El Gordo y el Flaco

 

Dir. Jon S. Baird

Reparto: John C. Reilly, Steve Coogan... y punto

Reino Unido, 2018, 97 minutos








Queridísimos perdedores
A los niños que íbamos al cine, -todos los viernes, en el colegio-, no nos gustaban los "aperitivos" y tolerábamos solo a Chaplin, odiábamos a Tom y Jerry, sobre todo al ratón, y aguantábamos impacientes a que Stan y Olli hicieran su faena, mientras nos comíamos la merienda, lo que estaba prohibido, limpiándonos las manos en la banqueta del asiento. En mi colegio no había NoDo, preludio de lo que luego serían los noticieros de Radio Televisión Espantosa, desde siempre y en la actualidad.

A pocos nos hacía verdadera gracia, aunque algunos reprodujéramos luego esa forma de saludar con la corbata del gordo o de rascarse la cabeza del flaco. Los chavales gorditos no los soportaban por las inevitables alusiones.

Pero al asomarte a la película maravillosamente interpretada por dos actores más ingleses que el fish and chips, te reconoces en un icono de tu infancia y disfrutas de la puesta en escena, modernista, bien iluminada, con extras de carne y hueso y no digitales y con una transformación de Reilly en el Gordo verdaderamente asombrosa.

Luego la historia tira de la melancolía de una pareja, -como todas-, con sus altibajos, sus peleas, sus mentiras y sus separaciones. Por cierto, los activistas gays levantaron el infundio de que ellos lo eran también, pero no es más que su manido argumento de que todos somos gays y todavía no lo sabemos, hasta que nos lo demuestren en un urinario sórdido o en la sacristía de alguna iglesia de provincias.

Nunca fueron Charlot, ni Buster Keaton, ni siquiera Harold Lloyd, eran una pareja de amigos que se lo pasaron bien, ganaron dinero, lo malgastaron todo -excepto en alcohol y mujeres-, y nos dejaron algunos números que flotan en nuestra memoria de cine de colegio. La más luminosa.
alfonso