Dir. Mariano Cohn y Gastón Duprat
Reparto: Oscar Martínez, Dady Brieva, Andrea Frigerio...
Argentina, 2016, 118 minutos
Sin importar el tamaño del pueblo nunca se debe volver al de origen o niñez. Este es un buen recordatorio por si los malos vientos que corren de la pandemia vírica y de políticos particularmente ineptos y sinvergüenzas, nos hacen volver la vista hacia la retaguardia. Conviene elegir un pueblo en que nadie nos conozca y permanecer en ese estado, sonreír siempre, leer mucho, hablar poco y beber sin moderación.
Un escritor premiado con el Nobel acepta la invitación, -de las pocas que acepta-, para recibir un homenaje en su pueblo natal, al filo de la Patagonia, ese pozo de olvido, que además le ha servido de inspiración para sus cuentos cortos destinados al público europeo y donde se despacha a gusto con sus vecinos.
Asistimos deleitados a cómo el eximio escritor va perdiendo los papeles y la discreción y los pueblerinos se van remontando; a un reparto de secundarios magnífico, de la mejor escuela porteña, esos que los gringos llaman aprovechando una mala traducción "actores de carácter", y a una montonera de extras estupendos del propio pueblo que asisten encantados a la función.
No diremos cómo acaba, pero se puede sospechar casi desde los primeros fotogramas. El protagonista, un cretino tan acendrado como solo un literato argentino puede ser, recita unas cuantas verdades del barquero en un tono insoportable y altamente cargante que acaba recibiendo su merecido a manos del populacho enardecido, que descubre que Maradona no existe.
Una feliz parodia en estos tiempos prenavideños que aprovecharemos para recordar las normas sanitarias: cenas con comensales impares y menores de tres. Por una vez aplaudimos.
alfonso