Act. Eili Harboe, Kaya Wilkins, Ellen Dorrit Petersen...
Noruega, 2017, 116 minutos
Un levísismo y sobrenatural panfleto
El sobrino holla por primera vez el sendero abierto por el tío más chalado, el mismísimo Lars von Trier, el agente provocador más chapucero del mundo por lo magro y chusco de los resultados.
Joaquim se embarca ahora en lo sobrenatural tras las magníficas Oslo 31 de Agosto y El amor hace más ruido que las bombas, para relatar una historia de amor lésbico contenida por el peso de la culpa y el fundamentalismo cristiano escandinavo, ahí queda eso, que bosqueja una historia de brujas del siglo XXI.
Son groseros los símbolos religiosos, -las serpientes, los pájaros suicidas, los vómitos negros-, y los capítulos de trasgresión, -el alcohol, las drogas, la blasfemia-; mediocre la historia de amor entre ellas, y muy brillantes las primeras escenas, -merece la pena ver el tráiler-, la fotografía con esos lentísimos travellings inversos, y algunas escenas que consiguen erizar el vello.
Y es decepcionante el final tan militante contra el hortero patriarcado (sic) o como se diga ahora, y el guiño feminista con la madre, más la pegajosa reconciliación de las amantes en contrapicado.
Pero, efectivamente, no hay que desdeñar el poder de la culpa y del pecado, sobre todo cuando se siembran en la infancia, como bien señala el subtítulo. De ello da buena cuenta los tiempos tenebrosos que atravesamos, trufados de una furibunda estupidez, esa sí, hija sola de nuestra naturaleza simiesca.
alfonso