Act. Rinko Kikuchi, Sergi López
Y un poco anoréxica, carente de alma por querer tener demasiado corazón, deudora del Último tango... y abusadora del recurso de la voz en off. Y una vez dicho lo malo, toca lo bueno: gran potencia visual con una fotografía extraordinaria y una banda sonora original excelente con textura de vinilo, y no hablo sólo de la música.
A veces peca de una mirada demasiado guiri de Tokio, -aunque indudablemente un ganji, un extranjero, tiene que alucinar en la capital japonesa-, retratando demasiado palmariamente esa sensación de eternos boquiabiertos y abonándose a algunos tópicos. Buenas escenas de sexo, obviamente filmadas por una mujer, y un Sergi López que no te crees, quizá porque su inglés suena a perro. Fantástica la Kikuchi, aunque hubiera actuado mal, que no es el caso.
Pero al que esto firma, como a una selecta minoría de adictos al botox para el corazón, el cine de la Coixet siempre le deja frío, aunque no indiferente.
alfonso