Dir. Aitor Arregi, Jon Garaño
Reparto: Eduard Fernández, Nathalie Poza, Daniela Brown...
España, 2024, 98 minutos
Una película anodina, tan falta de emoción como su propio título, en que se nos muestra un personaje vacío, y aún así realzada con una fantástica interpretación de un actor gigantesco al que no se tiene en cuenta en todo su valor quizá porque no sea de la cuadra del imbécil manchego.
Enamorarse de uno mismo fingiendo ser prisionero de un campo de concentración nazi y liderando una asociación un punto fantasmal de deportados a esos campos exige una personalidad retorcida y más sofisticada que la del personaje que anda regalando butifarras a sus recién conocidos. Claro que conocí a un editor navarro que iba regalando chorizos de su pueblo de la Ribera a todo aquel que se dejaba para subrayar su carácter falsamente campechano y baserritarra de tierra adentro.
El tema es tan interesante, la mentira sostenida contra viento y marea tan agobiante y la actuación de Eduard tan sólida que la película se sostiene a pesar de un guion confuso que más parece un balance del estado de cuentas de una filial de Mercadona.
Era muy fácil descubrir el lado patológico de ese pretendido abuelete catalán y la seña aparece en los primeros fotogramas de la cinta: no hay que fiarse nunca de un tipo que se tiñe el bigote.
alfonso