Director: Leos Carax
Reparto: Adam Driver, Marion Cotillard, Simon Helberg...
Francia, 2021, 140 minutos
Filmin
No hay nada peor que creerse tu propio -e impostado- personaje que al principio tiene gracia y luego mueve a compasión. Y más aun si ese personaje es francés, algo que ya denota pasión por uno mismo y tus insustanciales boutades, una expresión que solo podía ser, efectivamente, gabacha.
Sigue teniendo ese tono onírico de la extraordinaria y autoparódica Holy Motors, pero cuenta con el insufrible Adam Driver, un actor que cargará por la eternidad con su autoinflingido físico y su histriónico papel en Historia de un matrimonio. A Marion Cotillard se la desaprovecha a mitad de película, quizá por razones no convenientemente explicadas, y al muñeco digital que representa el papel de la niña que da título a la película se la podría confundir con una mezcla de un Pinocho más siniestro del original, un Chuky algo sardónico, más una pizca de Echenique cuando baja de la silla de ruedas para orinar en los servicios del Congreso.
Demasiados gorgoritos incluso para militar en ese patético subgénero llamado musical, mezclando doblaje y original, la mejor escena es ese cunnilingus cantado como una misa mayor en la Almudena, pero con más desparpajo y más gracia torera.
Por supuesto atrae y su estrepitosa gestión del color, totalmente retocada al mejor estilo Wes Anderson, con esos verdes Hopper, te fija a la pantalla mientras el espectador evoca esa película mencionada de la limusina que recorre un París fantasma mientras sigue acariciándonos el subconsciente.
alfonso