Dir. Paul Greengrass
Reparto: Tom Hanks, Helena Zengel, Neil Sandilands
EE.UU. 2020, 118 minutos
Netflix
Lo nuevo de Tom Hanks, un actor que solo quiere hacer papeles de personajes edificantes y que depende mucho del director y las escenas que le preparen. Así, de la maravillosa de Salvar al soldado Ryan, en su monólogo antes de la batalla, a cualquiera de las que aparecen en esta aburrida cinta que parece el perfecto ejemplo del mayor número de estupideces por línea de guion.
El director espídico y un poco anfetaminado de la saga Bourne se deja llevar por un romanticismo mojigato sobre la tierra y el paisaje, pero Texas no es Arizona, ni él John Ford, ni Tom Hanks John Wayne. La comparación entre Natalie Wood y Helena Zengel es más sostenible, esa palabra que arrasa ahora en el marketing digital.
Esta niña hará carrera si no estropea su impresionante físico ni esa mirada ciega arrasada por el azul de sus ojos.
Los indios, esta vez kiowas, son los grandes desaparecidos del relato en que brilla solamente el vacío de los perdedores y sus sevicias en la Guerra de Secesión, mientras nos aburre con el inevitable dron de casi todas las películas modernas y una historia previsible hasta su empalagoso final. Desde luego esta película ni se acerca al clásico universal, Centauros del desierto.
Hay quien compara a Tom Hanks con el actor cara de acelga, James Stewart, a quien los dioses confundan, ambos siempre personajes buenos, sinceros y un poco tontos. O sea el reverso luminoso de tipos como Echenique.
alfonso