Dirección y guion: Fernando Frías de la Parra
Reparto: Juan Daniel Garcia, Coral Puente, Angelina Chen...
México, 2019, 112 minutos
Una historia escondida en las tripas de Netflix que parece estar teniendo éxito -pese a las recomendaciones de Almodóvar y las de los muñidores de ese monumento al esperpento que son los los Premios Goya-, que cuenta la historia de los Kolombianos, un proyecto de mara pacífica de colombianos establecidos en Monterrey, al ladito mismo de la frontera texana sin que sepamos por qué.
Retrata sin truculencia ni morbo los abigarrados signos que eligen estos modernos pachucos para crearse una identidad en tierra de nadie, donde aparecen también como meros apuntadores, nunca mejor dicho, los sicarios jovencitos que tiran de AK47 o similar: música de cumbia ralentizada, peinados extravagantes, ropa gringa exorcizada, marcas veneradas, bailes de origen precolombino ejecutados como cóndores de baja intensidad, un lenguaje de apenas 200 palabras que conviene escuchar con subtítulos para entenderlas.
Asisten a su destierro en busca de un lugar seguro, pasan por la emigración clandestina, conectan con otros inmigrantes más arraigados como los chinos de EE.UU, vuelven a esa tierra donde el Tecnológico de Monterry, el MIT azteca, convive con la miseria de los cerros y trazan la senda que recorren todo tipo de bandas en los países latinoamericanos más atrasados del planeta.
Muy bien narrada y fotografiada nos ilustra sin violencia, drogas ni torturas en directo sobre la vida en un territorio sin futuro, a pesar de que el populismo le tenga como referencia indiscutible de su irrefrenable ansia de poder y de su miseria teórica, ideológica y estratégica.
alfonso