lunes, 25 de marzo de 2019

Purasangre

Dirección y guión: Cory Finley
Act. Anya Taylor-Joy,  Olivia Cooke,  Anton Yelchin

EE.UU, 2017, 93 minutos


















Trucolencia (sic)
Una historia noir de adolescentes, perdón por la redundancia, filmada exquisitamente por un primerizo aunque adolece de demasiados trucos, incluido el manierismo hierático de las jóvenes actrices y cierta morbosidad en los detalles escabrosos.

Dos jóvenes de rasgos psicóticos, -falta de empatía, ausencia de emociones-, se reencuentran en la mansión de la más rica tras haber sido expulsadas del internado y haber tenido la amiga un episodio de crueldad animal con su caballo favorito. Allí planean la muerte del padrastro de la primera que, aparte de ser un cretino integral, se empeñaba en buscarse la ruina.

Se da la circunstancia de que el doble sentido en inglés, (Thoroughbeed hace referencia a pura sangre equino y al alto linaje de la protagonista), se ha sustituido en castellano por el doble sentido de pura sangre animal y de la sangre derramada en el crimen. Por cierto, el director forma parte de un grupo de cineastas autodenominado Youngblood, sangre joven.

Filmada en una espectacular mansión con una steadycam llevada con la muñeca de un tenista de élite, el montaje y la fotografía no casan con algunos excesos en el guión y ciertas exageraciones en el Asperger impostado de las actrices. 

Pero se deja ver con magnetismo, a la vez que recordamos aquella frase de juventud: "No hay mayor emoción que no sentir ninguna".
alfonso