Act. Amy Adams, Jake Gyllenhaal, Michael Shannon...
EE.UU, 2016, 117 minutos
El tráiler
Una finísima venganza
Esta vez a Tom Ford, diseñador jefe de Gucci, de bolsos de 18.000 dólares y de los vestidos de Michelle Obama, poseedor de una cadena de tiendas de lujo en todo el mundo, no le van a tildar de vacuo como en su anterior película A single man.
Ahora ha escogido un tema en el que denuncia -paradójicamente dada su biografía-, la cultura basura, que escenifica en el arranque de la película con unas mujeres estrepitosamente gordas bailando y posando desnudas meneando sus flácidas carnes en las que luce alguna lentejuela.
La debilidad de uno y la fidelidad de clase de la otra provocan una catástrofe personal en los dos protagonistas que el primero redime escribiendo y culmina dedicándole a su ex el manuscrito que le envía. Mientras, discurre una producción lujosísima, perfecta en guión, detalles, cuadros, música, vestuario, tipografía y cualquier otro aspecto en el que uno quiera fijarse para contar una historia triste y violenta.
El peso de los errores, de los graves, solo se alivia con la venganza, la escritura y el tequila, con una buena combinación de esos tres elementos o similares. Pero siempre sin crueldad, evitando por ejemplo esa frase tan venenosa: "Al final todos acabamos pareciéndonos a nuestras madres".
Vade retro.
alfonso