Act. Bérénice Bejo, Emmanuelle Devos, Valerio Mastandrea
Italia, 2016, 134 minutos
Mamma no hay más que una
Marco Bellochio, el viejo zorro del cine transalpino, se enfrenta a esa obsesión italiana por la mamma, la famiglia, en parte debida a una secular educación católico-machista y en parte por la ausencia de estructuras laicas de la República que sostuvieran el desarrollo de la sociedad hasta muy avanzado el siglo XX. Y por más razones, extrañas, ignotas, arcanas... estúpidas del todo.
Se trata de un completo recital de una manera de hacer cine, diría que deliciosa: culta, europea, sofisticada, un punto histriónica, para un genio capaz de hilvanar escenas dispares que son como cuadros de teatro sin que se resienta la estructura general, también debido a una fina labor de puesta en escena, música y montaje.
Y amontonando italianadas sin que chirríen, Domenico Mondugno, Raffaela Carra, el Calcio, Belphegor, el lujo con clase de las mansiones, la televisión iluminando el salón a oscuras, el padre sin la más mínima educación sentimental, tan de esa época, el cura bobo frente al otro, fino estilista vaticano...
Pero hasta al mejor mago se le ve el atrezzo, y convoca algunos espíritus que no puede dominar, utilizando recursos de primerizo como esa carta abierta que escribe el protagonista para reivindicar a la madre como la única patria, o sacándose un final subrayado, con vuelta al útero materno.
Se le ve el cartón, como a esa otra madre y viuda del prócer de la CAM alicantina a la que han descerrajado dos tiros, presuntamente sus familiares, por un asunto tan terreno como 500 millones y una acción de oro cedida, cómo no, a su primogénito y único varón.
alfonso