De y con: Ester Bellver
Sala El Montacargas
Magia
Tras una paciente espera subimos al primer piso por una estrecha escalera. Al volver a encenderse las luces tras habernos acomodados en las escasas y angostas 50 butacas, aparece una mujer tal y como vino al mundo, Ester Bellver, muchos años de profesión, en La Abadía, en el vodevil, en la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
Y comienza a desgranar un monólogo de 80 minutos que habrá visto desarrollarse en su cabeza en infinidad de ocasiones en los tres espejos de su camerino que ahora flanquean el escenario, también desnudo. Su infancia, el teatro, la primera menstruación, su abuela haciendo torreznos, el albaricoquero del patio de su casa en Carabanchel, las giras, las monjas horrendas, el lápiz blanco de sus dibujos, los bolos, el sexo, las cuatro tablas a las que necesita subirse, la falta de hijos, la soledad, la BH con la que se desmorró, el primer sujetador, el teatro, el novio que la dejó en el Retiro, la crítica, el público...
Y es que no hay peor veneno que la memoria. O tal vez sí, el teatro.
Prorrogado hasta el 19 de diciembre, quedáis avisados.
alfonso