Teatro Valle Inclán
Compañía Animalario
El sueño de cualquier guionista
En efecto, la historia del boxeador Jose Manuel Ibar podría hacer las delicias de cualquier guionista, incluso de uno malo de solemnidad, de esos que pueblan las series hediondas de la televisión. Un muchacho sacado del caserío y trasmutado en boxeador, símbolo de una España atroz, de Pedro Carrasco, Raphael, Franco y periodistas canallas, convertido en un juguete roto que se tira desde un décimo poco antes del año de gloria de 1992.
Animalario y Cavestany hacen un buen trabajo, con una efectiva dramaturgia y una sólida actuación, pero la historia va de más a menos, quizá por contarla de fin a principio, un error estratégico. Tiene momentos felices con los números musicales, pero abusa de las referencias políticas en detrimento de la sociología de la caspa y las moscas, de niños mendigos y gambas con gabardina, de toros torturados, curas con halitosis y coñá peleón.
Sueños de guionistas, pesadillas de varias generaciones de girasoles ciegos.
alfonso